ARTE LITÚRGICO

DE LA HOMILÍA DEL CARDENAL ÁNGELO AMATO EN LA INAUGURACIÓN DEL ATELIER DE TEOLOGÍA “CARD. SPIDLÍK”
6 de diciembre de 2010

El arte –sobre todo el arte de la imagen- logra dar visibilidad al invisible, así como la encarnación ha hecho visible al Dios invisible. 

En Oriente, el iconógrafo, el pintor de cosas sagradas se asemeja al sacerdote que predica y celebra la liturgia.  Simeón de Tesalónica (1429) dice: “enseña con las palabras, escribe con las letras, pinta con los colores, en conformidad con la tradición; la pintura es verdadera como lo que está escrito en los libros, la gracia de Dios está ahí presente porque lo que es representado en la pintura es santo.  En un manual ruso de iconografía leemos: “El sacerdote nos presenta el cuerpo del Señor con los oficios litúrgicos, con la fuerza de las palabras, el pintor lo hace por medio de la imagen”.


Imagen sagrada no tiene solo una finalidad estética de belleza, hecha de formas y colores, sino también una finalidad extática, o sea de salida de nuestro mundo para ascender al mundo trascendente de Dios.  Es como un asomarse sobre la eterna y gloriosa liturgia celeste, donde los ángeles y santos, celebran la santidad de Dios en la Jerusalén celeste.  La imagen sagrada permite hacer un salto de calidad, entrar en la óptica de Dios, ver todo a la luz de la Palabra y de la acción de Dios.  Es la revelación del mundo espiritual, un mundo auténtico y real, vislumbrado en el Apocalipsis de Juan.

El arte de P. Marko Rupnik, el gran maestro de esta visión innovadora del arte sagrado en occidente, hace este paso.  Desde la majestuosa Capilla Redemptoris Mater hasta su última obra en San Giovanni Rotondo (2010) –Hoy, 2017 hay muchas obras más- sus mosaicos son una comunicación del misterio de la Providencia de Dios en la historia de la Iglesia y de los Santos.  En la cripta de Padre Pío, la serie de imágenes entrelazadas de la vida de Cristo, de francisco de Asís y de Padre Pío constituye una interpretación sapiencial de los acontecimientos de nuestra historia y la de ellos a la luz de la belleza y de la verdad de Dios.

Nuestros sentidos exteriores –según muchos Padre de la Iglesia- tienen otros gemelos en los sentidos interiores.  Un sentido del cuerpo tiene su gemelo en el espíritu.  La vida espiritual consiste por lo tanto en mirar con los ojos exteriores y ver con los ojos interiores, o sea con los ojos espirituales: como si la misma realidad vista con los ojos del cuerpo fuera leída interiormente como una realidad espiritual y se convirtiese en lo que realmente es, una realidad que dice algo de Dios, que encamina hacia Él.

Se trata del hombre nuevo, inmerso en Cristo, que lee la realidad sensible, no aislada en su sola dimensión terrena, sino en su integridad y en su verdad profunda, hecha de una doble consistencia, terrena y celeste. Se trata de verlas cosas en su destino definitivo.

El arte sacro y el arte de la imagen, así concebidos, ofrecen a nuestra contemplación un escenario en el que la historia humana no es sólo un acontecimiento de perdición, sino de salvación, en el que la vida humana está marcada ciertamente por el pecado original, pero también por aquel plus valor  que es la gracia de Cristo.  El arte sacro nos recuerda que nosotros somos de Cristo y la gracia es el horizonte último de nuestra existencia humana, y no el pecado.

El arte del icono, además, con su insistencia sobre la luz tabórica, nos recuerda que nosotros somos sólo huéspedes sobre esta tierra y que nos espera otra morada.  Nuestra verdadera hospitalidad  se realizará en otra morada, la del cielo.  El cielo es nuestra casa.  El icono busca desarraigarnos de este mundo para radicarnos en el otro, no porque lo creado sea malo en sí, sino porque es sólo una morada temporánea.  El icono, por lo tanto, abre para nuestra visión una puerta escatológica, evocando las cosas últimas.

San Ignacio de Antioquía comentando la aparición del Resucitado a los once apóstoles (Lc 24,39) dice “Y lo tocaron estrechamente unidos a su carne y a su espíritu”

El arte del icono nos hace tocar a Cristo no sólo en su carne sino también en su espíritu.  Entre las obras fundamentales para esta educación para una mirada sapiencial de la Palabra de Dios, sobre el misterio de la encarnación, sobre el misterio de la Iglesia, sobre el misterio del pecado y de la gracia varias obras en se han publicado en el Atelier, entre ellas Teología pastoral a partir de la belleza, por el Card. Spidlik y P Marko Rupnik y Un conocimiento integral, el camino del símbolo.

Son obras que introducen en la teología académica un soplo de novedad metodológica, de auténtica espiritualidad evangélica, porque enseñan mediante la belleza que tiene el extraordinario poder no sólo de auto justificarse sino sobre todo de convencer sin obligar y comunicar la verdad solicitando su acogida con libertad y caridad. ¡ Buen trabajo!

DESCARGAR FOLLETO WORD

DESCARGAR FOLLETO PDF

DESCARGAR PRESENTACIÓN


Comentarios

Entradas populares de este blog

Un nuevo espacio...